martes, 25 de septiembre de 2007

Arde aún sobre los años

Arde aún sobre los años

Ediciones Recovecos (303 pags.)

Autor: Fernando López

"Arde aún sobre los años" dice cosas que están por fuera de cierta legibilidad de la literatura argentina sobre el tema. Demuestra que en nuestros país las últimas generaciones han vivido y viven con el estigma de la derrota. La violencia política sobre la que se ha construido una nación. Esa que se mimetiza con los adolescentes de San Tito que querían filmar una película deguerra.
La derrota de Malvinas que se escenifica en la novela evita la morbosidad, el golpe bajo, lo explícito que requieren las lógicas televisivas de nuestro presente. Arde aún sobre los años fue casi siempre ilegible para los argentinos. Lo fue para los de aquella época y por eso se trajo un Premio Casa de las Américas en 1985. ¿Por qué asombrarnos entonces?¿No fueron por cierto los alemanes los primeros en traducirla? ¿Qué pudieron leer los alemanes en esa historia? ¿Algo que los remontaba a su propia experiencia? No debe, entonces, sorprendernos que ese hiato, esa figura del sujeto que tan bien ha sido detectado por López pueda leerse como tanta literatura que tenía como premisa seguir escribiendo después del holocausto argentino. La memoria no debe conformarse con un "nunca más". Debe decirse con certeza que "no habrá un más allá" como el del horror de nuestra dictadura. Nuestra dictadura debe volverse esa instancia apelativa por la cual no sea nuestro pobre individualismo de argentinos el que se horrorice. La dictadura argentina de 1976-1983 debe conmover a toda la subjetividad humana. Sin ese proyecto, nada nadie nunca nos garantizará "no volver al '76". Arde aún sobre los años es la continuidad de lo que no nos animamos a ver ni a leer en nuestro presente.
Luego de veintidóa años de su primera y única edición en Argentina, sigue siendo la primera novela argentina que supo reconocer en Malvinas la continuidad del genocidio. (Carlos Gazzera - abril de 2007)

Novela

Valor: $22.-

1 comentario:

Unknown dijo...

Desde 1985, año en que Fernando Lopez recibiera su PREMIO CASA DE LAS AMÉRICAS hasta hoy, diciembre de 2013, ha pasado mucha agua bajo el puente. Pero un libro perdura para siempre, por lo menos su contenido e interpretación. Como ciudadano australiano me encuentro en ese lugar de mi pensamiento que me permite ver ambos lados de las cosas que de otra forma parecerían irracionales o confusas en cuanto a juzgar (solo en el sentido de analizar la diferencia entre el bien y el mal). Como argentino no soy tan valiente y caigo muy seguido en el agujero de la duda y la desconfianza. Sin embargo, visitando a mi madre en Mar del Plata en el 2001 decidí comprar algunas novelas para enseñarles a mis estudiantes de español en Australia cómo somos los argentinos en nuestro ambiente y no en el extranjero. Entre otras obras “Arde aún sobre los años” ocupó un lugar prominente en mi biblioteca, nunca abierto para ser leído, hasta que en una mañana de diciembre de este casi finalizado año (2013) decidí leerlo por una simple razón, no tenía nada nuevo para leer en los momentos de tomar mate sentado en la parte trasera de mi casa, recibiendo la brisa reconfortante proveniente del río y del canal. Desde el comienzo de la narración me sentí transportado a un mundo que solía conocer y que nunca podré olvidar. Cada paso de la historia me tocó el alma y me hizo recordar que soy argentino, aunque después de más de cuarenta años en Australia, no puedo dejar de ser. Yo no viví esa época tan desesperada y sufrida, tan bien narrada en las palabras simples y directas de Fernando Lopez, ya que emigré a Australia en 1971 en busca de 'algo diferente' que las casi inexistentes oportunidades de progreso en mi experiencia personal en Argentina, pero eso es otra historia. Las noticias que recibí en Australia acerca de las Malvinas me entristeció mucho ya que no pude concebir ver morir a tantos jóvenes de ambos lados que lucharon con ardor y tenacidad en favor de sus respectivos gobiernos por ra zones incomprensibles para esos muchachos. Para mí, el error fue comenzar una guerra que no tuvo ni tiene justificativo. Tanto Galtieri como Thatcher estaban equivocados. La guerra nunca tiene ganadores. Sólo perdedores, de vida, de respeto propio, de amor al prójimo, de realidad. Cada personaje en la historia de ' Arde...' nos hace pensar en toda la mentira, la depresión y la angustia que cubrieron con su manto de penumbra y escalofrío las vidas y ...muertes de tantos inocentes, sobretodo en lo que se refiere a los desaparecidos. No en vano todavía se reúnen las abuelas en la Plaza de Mayo para protestar y llorar. Me gusta mucho leer que Fernando Lopez 'puede sonreír y hasta reír' enfrentado con tanto horror, como lo detalla la contratapa del librito que tengo ami lado mientras escribo esto. En mi vida he aprendido que a pesar de todas las vicisitudes que uno sufre, en realidad el hombre verdadero es un ser espiritual que no puede sufrir ni padecer engaños. Tal vez haya esperanza para todos después de todo, llenando nuestro pensamiento de bien y no de mal. Para terminar, me siento identificado con la proyección en 8 milímetros, el montaje, las raspaduras, el olor del pegamento y el fluído que se agrega a ambas partes de la película que van a ser unidas con la empalmadora. Todo eso me lleva de regreso a la escuela secundaria, donde usábamos un proyector que un cura nos había prestado para ver películas en blanco y negro que nos hacían olvidar por un tiempo los problemas de carencia hogareños y las injusticias nacionales. Es una pena que no haya más comentarios aquí. A quienquiera que lea este comentario le encarezco que haga un esfuerzo y lea este libro. Tal vez otras personas han hecho lo mismo que yo, no le dieron mucha importancia al título (basado en los poemas de Neruda) y no se interesaron por leerlo. Eso es un error. Arde se merece un elogio más profundo, pero.. después de todo ¿Quién soy yo para juzgar?

Carlos A González
solracto123@gmail.com